Cuenta la historia que un día el hijo del rey y heredero al trono quería casarse con la mujer perfecta.
El rey le insistió que en el reino existían muchas mujeres que lo podían hacer feliz sin ser perfectas y que solo debía confiar y elegir la que su corazón le indicara
El joven y galante príncipe, no le escuchó y procedió a ir por el mundo en busca de la mujer perfecta.
Viajó a Egipto, allí encontró a una mujer formidable, atenta, inteligente, culta, de una gran personalidad. Pero no se casó con ella porque para él era incompleta.
Siguió su viaje por la india y allí encontró a otra mujer ciertamente fabulosa: hermosa, sensible, delicada, cariñosa. Pero tampoco se casó con ella porque para él era incompleta.
Prosiguió su viaje por todo el mundo recorrió todos los lugares conocidos y en cada uno encontró mujeres hermosas, inteligentes, amables pero ninguna era completa.
Pasaron los años y ya en su lecho de muerte los fieles súbditos le preguntaron.
Amado rey dinos por favor.
¿En todo tu recorrido por el mundo jamás encontraste la mujer perfecta?
El rey ya agonizante les respondió.
Si mis queridos súbditos, en un reino lejano más allá de los mares por fin encontré a la mujer de mis sueños: ingeniosa y creativa, hermosa e inteligente, sensible, culta, delicada y espiritual.
Sus súbditos le preguntaron.
¿Por qué no te casaste con ella?
El rey respondió en su último suspiro y en voz baja.
Pues, ¿saben por qué? : Ella también buscaba a un hombre perfecto.
Reflexión.
¿Cuántas veces no dejamos pasar oportunidades y nuestra felicidad por querer todo perfecto, o dejamos de hacer algo por que aún no está perfecto?
Recibe un abrazo de bienestar.
Jairo Jaimes.
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