En este video comparto otro de mis hobbies (escribir poesías y cuentos), hoy con un cuento, con el cual participé en el XVI concurso de Cuento cuidad de Pupiales, auspiciado por la fundación Gabriel García Márquez. Y que se los comparto en formato de video con imágenes diseñadas con ayuda de la IA.
La extraña desaparición de Robert. Mateo se sentó frente a su computador, algo lo perturbaba, Era un hombre de edad madura, pelo canoso, pero abundante, de buena estatura, un metro noventa, de complexión fuerte, muy elegante. Su rostro reflejaba una vida pasada llena de aventuras y placeres, en su juventud fue muy mujeriego, aun así, María, el amor de su vida permaneció con él hasta el fin de sus días. María siempre supo eso, ya que lo conoció a través de su amiga Rosita, su antigua novia, ellas hablaban mucho de lo buen mozo que era y su bella sonrisa, misma que la cautivó y enamoró perdidamente hasta el punto de perder la amistad de su amiga, así aguantó sus escapadas hasta que el cáncer se la llevó. Frente a su computador se veía pensativo y preocupado, su mente se perdía entre recuerdos y sueños que le molestaban desde hace meses, agarró el mouse y abrió el navegador, en su mente estaba presente que Ana, su pareja 15 años menor que él, había dejado el café hecho en la cocina. Volteó a mirarla y recorrió con su vista su hermosa figura. Sintió un poco de miedo saber que podría perderla si supiera lo que le perturbaba. Sus manos temblaban más de lo normal, así que se levantó, se dirigió a la cocina. Tomó una taza de café y la llevó a su boca, y con un sorbo, despacio y profundo, ingirió el café para tranquilizarse. Regresó y se sentó de nuevo y empezó a escribir un artículo para la comunidad de criptomonedas. Una vez que se abrió la página revisó los me gusta que le habían dado los usuarios, había obtenido 36 dólares y 66 centavos por su artículo del día anterior, por un rato quedó como sin mente, nada nuevo que decir, nada que escribir, después de meditar suficientemente, comenzó a escribir para sentirse libre de lo que le agobiaba y Escribió: La extraña desaparición de Robert. Ese día llovía a cántaros, la fuerte lluvia resonaba en los cristales de las ventanas y en los pavimentos de la calle. Oswaldo recordó la advertencia de huracán que escucho en los noticieros y se apresuró a cerrar las ventanas de su casa, mismas que se movían estrepitosamente por los fuertes vientos, le preocupaba que se mojara el viejo sofá de la pequeña sala. Luego bajo al sótano donde estaba construyendo un tanque de agua de 5 mil litros que le servirían para aguantar las frecuentes fallas del servicio y que muchas veces lo dejaban sin el vital líquido. Miró el profundo hueco que ya estaba terminado, solo faltaba echarle cemento y colocar la bomba de agua y la tubería, cerró la pequeña ventana del sótano para que no entrara más el agua y se dispuso a mezclar el cemento para terminar el tanque. Escuchó unos golpes en la ventana del sótano, miró y era su vecino Robert, estaba empapado por la lluvia, le extrañó que lo llamara ese día, ya que habían quedado que él le pagaría la deuda dentro de 15 días. Subió y le abrió la puerta de atrás para que pasara y le dijo que lo acompañara al sótano que estaba trabajando. El tono de voz de su vecino no era muy amigable, le pedía que le pagara el dinero agresivamente, hubo entonces una fuerte discusión que llevó a los dos hombres a las manos, forcejearon y como el sótano estaba resbaladizo por la lluvia que había entrado, el vecino cayó en el hueco y se golpeó la cabeza, muriendo al instante. Hubo unos minutos de silencio y desesperación, Oswaldo lo pensó bien, nadie había visto entrar al vecino y era difícil que alguien oyera algo con la tormenta, así que tomó la pala, cavó un poco más y comenzó a mezclar el cemento y a echarlo encima del cuerpo inerte, tapándolo completamente. Colocó las baldosas y el sellador y se sentó a esperar que el cemento secara. No durmió en toda la noche igual que la tormenta que solo cesó al amanecer, verificó que todo estuviera seco y empezó a llenar el tanque de agua y colocar la bomba de agua. La encendió y el agua comenzó a fluir por la tubería. Todo estaba funcionando bien, y se sintió aliviado. Pasaron los días y no se supo nada de su vecino, la policía nunca lo pudo encontrar, revisaron todo el vecindario casa por casa como rutina, incluida la suya, pero no hubo indicios de que alguien hubiera estado ahí. Semanas después, Oswaldo consiguió un trabajo en la construcción y también encontró el amor en Dolores, su vecina viuda, esposa del desaparecido Robert. Así terminó el artículo. Comprobó la ortografía para verificar que no había errores y procedió a pulsar la tecla enter y publicar el artículo. Al día siguiente, sabiendo lo que le esperaba y que los que leyeron el artículo no tardarían en atar cabos, se sentó frente a su computador e ingresó su nombre de usuario “El creador de contenido” revisó el artículo y vio los miles de comentarios que tenía, sonrió tristemente y cerró la sesión. Después se sintió aliviado, libre, sabía que en muy poco tiempo vendrían por él. Entonces se levantó, fue a la cocina, tomo la vianda de comida, le dio un beso a Ana, la miró con mucho amor y se fue al trabajo en la empresa consultora donde su vecino, el desaparecido marido de Ana, había trabajado.
Autor: Jairo Jaimes.
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